Hubo un tiempo en el que los tomates sabían a tomate, las uvas tenían pepitas y las manzanas no eran todas iguales. Un tiempo en el que los amantes, sobre un mantel de cuadros en algún lugar del campo, se miraban a los ojos para comerse a besos.

Hubo un tiempo en el que los niños jugaban con los globos que ataban a un cordel, y que al escapar dejaban volar como sueños que algún día se harán realidad. Años en los que la merienda se llevaba a la escuela en una bolsa de tela. En los que tocaba vestir de domingo y comprar gominolas a peso con algunas pesetas sueltas.

Hubo un tiempo en el que las fresas sabían a fresas.
Vuelve a aquellos días.